Cómo afecta el frío a la piel facial sensible

Así como cada persona es un mundo distinto y único, cada piel también lo es, de modo que cada una reacciona de forma diferente a los agentes externos. En esta época del año, el frío puede ser un mal aliado de nuestra piel, por lo que nos conviene cuidarla teniendo en cuenta el tipo de piel que tenemos.

El frío produce vasoconstricción cutánea y origina un descenso de la temperatura de la piel con la finalidad de mantener la temperatura corporal, lo que puede suponer una pérdida de elasticidad, la reducción del flujo sanguíneo y la supresión de la sudoración. Las pieles sensibles lo sufren más, sobre todo si se dan cambios muy bruscos de temperatura, pudiendo aparecer rojeces, cuperosis (es una coloración roja del rostro, que se produce por una dilatación de los vasos capilares) o la rosácea (enfermedad inflamatoria de la piel).

Normalmente, los cambios bruscos de temperatura y el frío, afectan más negativamente a aquellas personas que tienen una piel más fina y seca frente a los que presentan una piel facial más grasa. No obstante, no toda la piel de nuestro rostro presenta las mismas características, de hecho, la nariz, el mentón y la frente suelen tener una piel más grasa. Mientras que las mejillas, el contorno de los ojos o los labios, suelen revestirse de una piel muy fina y con tendencia a resecarse.

Esta zona es la que se suele repercutir más por el invierno, pudiéndose resecar y presentar envejecimiento prematuro.

 

LAS ARRUGAS Y EL FRÍO: MITO Y REALIDAD

Todos sabemos que el frío reseca la piel, pero…¿Es verdad que el frío puede ser un desencadenante de las arrugas prematuras?

Los agentes externos afectan a nuestra piel, así como nuestra genética y la forma en que nos cuidemos a nosotr@s mism@s.  Éstos son los tres factores de la ecuación que, según como los combinemos, originarán envejecimiento prematuro de nuestra piel o al contrario, un mantenimiento sano y joven de la misma.

El envejecimiento es inevitable, pero merece la pena protegerse y cuidarse de los factores externos, ya que si no se cuida como corresponde la piel es propensa a presentar bio-envejecimiento (provocado por el tiempo) o foto-envejecimiento (por la exposición al sol) antes de tiempo.

 

EL FRÍO, LA PIEL Y LA MALA CIRCULACIÓN

La mala circulación es un problema que también afecta a nuestra piel, pudiéndola volver seca, fría y escamosa. También puede provocar un aspecto azulado o demasiado pálido, hinchazón o incluso grietas en zonas como los talones.

¿Cómo proteger nuestra piel del frío sumado a la mala circulación?

Una solución podría ser combinar un tratamiento personalizado para nuestra piel con una dieta saludable que ayude a mejorar nuestra circulación sanguínea. Algunos de los alimentos que nos ayudarían a mejorarla son; tomates, cítricos, nueces, chile, jengibre, cúrcuma, ajo…y cómo no, no olvidar beber al menos 3 litros de agua al día.

 

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